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martes, 29 de octubre de 2013

Crónicas de Vallespino - Prólogo II

Hola a todos.

Volvemos con más Vallespino, pero esta vez un capítulo cortito, más para poner en situación los acontecimientos y para conocer un poco más a Humfrey. Espero que aún así, os guste.




Humfrey


 - Demuestras valor al venir aquí tras la traición de tu familia -Lord Mace Tyrell, joven señor de Altojardín le miraba desde su trono. Humfrey había acudido allí con la esperanza de no verse involucrado en los actos de su padre y su hermano. Ahora no tenía tan claro que aquello hubiera sido una buena idea.

 - Mi señor, humildemente os pido misericordia para mi y para mi familia, pues nada tuvimos que ver con la traición de mi padre. Se que sois un hombre justo y bondadoso, y es por eso que os ofrezco mi espada y mi vida como pago por vuestra clemencia -Humfrey desenvainó su arma y, arrodillándose, se la ofreció al señor de Altojardín.

Lord Mace Tyrell se levantó. Humfrey no se atrevió a alzar la mirada mientras el señor del Dominio se le acercaba. Tragó saliva cuando tomó la espada de su mano.

 - Tus palabras son honestas y sinceras -Lord Mace le hizo un gesto para que se pusiera en pie-. Mis consejeros coinciden; eres un hombre digno y un gran líder. Sería un desperdicio castigarte. Así pues, no solo te perdonaré, si no que, además, te concederé el mando de un destacamento en vanguardia. Así podrás demostrar tu lealtad al Rey -la sala de audiencias de Altojardín se llenó del murmullo de aprobación de los consejeros y señores allí reunidos. Lord Mace se retiró, y lo mismo hicieron la mayoría de los presentes.

Humfrey permaneció allí, cabizbajo. Vanguardia. Era un honor envenenado. Humfrey era un buen líder, con dotes de mando, pero no era un gran espadachín, nunca lo fue. El guerrero era su hermano Damien, maldito sea. Volvió a guardar su arma y se dirigió a la salida, cuando un hombre robusto lo interceptó.

 - Ser Humfrey, deberíais consideraros afortunado -su interlocutor resultó ser Lord Randyll Tarly, señor de Colina Cuerno. Pese a su juventud, ya parecía un hombre maduro y su cabello empezaba a ralear-. Si de mí hubiera dependido, vuestra cabeza aún estaría rodando por estos mármoles -Humfrey enrojeció de ira. Contuvo su puño, pero no fue capaz de contener su lengua.

 - Soy tan leal al Rey y a nuestro señor como lo sois vos, Lord Tarly. No consentiré que se me insulte de esta manera -el silencio reinó durante unos tensos segundos. Sin embargo, Humfrey decidió romper la conversación cambiando de tema- ¿Cómo van los preparativos para la marcha, Lord Randyll?


 - Dentro de tres días, habrán llegado con sus tropas los últimos señores del Dominio. Unos treinta y cinco mil hombres armados. Lord Tyrell tardará otros dos días en ultimar los detalles, así que tenéis cinco días ser Humfrey, cinco días antes de partir; bajo mi mando -Humfrey no se sorprendió. Lord Tarly era el comandante más capaz del Dominio; no le extrañó nada que Lord Tyrell lo hubiese puesto al mando de la vanguardia-. El usurpador y sus señores de las tormentas apenas suman veinte mil hombres, y están muy lejos de sus aliados norteños. Aplastaremos esta rebelión como a un insecto, ser Humfrey, no lo olvidéis -Lord Tarly se dio la vuelta y se marchó, pero Humfrey aún pudo oír las últimas palabras del señor de Colina Cuervo.

 - Y los traidores pagarán.


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