Hola a todos.
Volvemos con más Vallespino, pero esta vez un capítulo cortito, más para poner en situación los acontecimientos y para conocer un poco más a Humfrey. Espero que aún así, os guste.
Humfrey
- Demuestras valor al venir aquí tras
la traición de tu familia -Lord Mace Tyrell, joven señor de
Altojardín le miraba desde su trono. Humfrey había acudido allí
con la esperanza de no verse involucrado en los actos de su padre y
su hermano. Ahora no tenía tan claro que aquello hubiera sido una
buena idea.
- Mi señor, humildemente os pido
misericordia para mi y para mi familia, pues nada tuvimos que ver con
la traición de mi padre. Se que sois un hombre justo y bondadoso, y
es por eso que os ofrezco mi espada y mi vida como pago por vuestra
clemencia -Humfrey desenvainó su arma y, arrodillándose, se la
ofreció al señor de Altojardín.
Lord Mace Tyrell se levantó. Humfrey
no se atrevió a alzar la mirada mientras el señor del Dominio se le
acercaba. Tragó saliva cuando tomó la espada de su mano.
- Tus palabras son honestas y sinceras -Lord Mace le hizo un gesto para que se pusiera en pie-. Mis consejeros coinciden; eres un hombre digno y un gran líder. Sería un desperdicio castigarte. Así pues, no solo te perdonaré, si no que, además, te concederé el mando de un destacamento en vanguardia. Así podrás demostrar tu lealtad al Rey -la sala de audiencias de Altojardín se llenó del murmullo de aprobación de los consejeros y señores allí reunidos. Lord Mace se retiró, y lo mismo hicieron la mayoría de los presentes.
- Tus palabras son honestas y sinceras -Lord Mace le hizo un gesto para que se pusiera en pie-. Mis consejeros coinciden; eres un hombre digno y un gran líder. Sería un desperdicio castigarte. Así pues, no solo te perdonaré, si no que, además, te concederé el mando de un destacamento en vanguardia. Así podrás demostrar tu lealtad al Rey -la sala de audiencias de Altojardín se llenó del murmullo de aprobación de los consejeros y señores allí reunidos. Lord Mace se retiró, y lo mismo hicieron la mayoría de los presentes.
Humfrey permaneció allí, cabizbajo.
Vanguardia. Era un honor envenenado. Humfrey era un buen líder, con
dotes de mando, pero no era un gran espadachín, nunca lo fue. El
guerrero era su hermano Damien, maldito sea. Volvió a guardar su
arma y se dirigió a la salida, cuando un hombre robusto lo
interceptó.
- Ser Humfrey, deberíais consideraros
afortunado -su interlocutor resultó ser Lord Randyll Tarly, señor
de Colina Cuerno. Pese a su juventud, ya parecía un hombre maduro y
su cabello empezaba a ralear-. Si de mí hubiera dependido, vuestra
cabeza aún estaría rodando por estos mármoles -Humfrey
enrojeció de ira. Contuvo su puño, pero no fue capaz de contener su
lengua.
- Soy tan leal al Rey y a nuestro
señor como lo sois vos, Lord Tarly. No consentiré que se me insulte
de esta manera -el silencio reinó durante unos tensos segundos.
Sin embargo, Humfrey decidió romper la conversación cambiando de
tema- ¿Cómo van los preparativos para la marcha, Lord Randyll?
- Dentro de tres días, habrán
llegado con sus tropas los últimos señores del Dominio. Unos
treinta y cinco mil hombres armados. Lord Tyrell tardará otros dos
días en ultimar los detalles, así que tenéis cinco días ser
Humfrey, cinco días antes de partir; bajo mi mando -Humfrey no se
sorprendió. Lord Tarly era el comandante más capaz del Dominio; no
le extrañó nada que Lord Tyrell lo hubiese puesto al mando de la
vanguardia-. El usurpador y sus señores de las tormentas apenas
suman veinte mil hombres, y están muy lejos de sus aliados norteños.
Aplastaremos esta rebelión como a un insecto, ser Humfrey, no lo
olvidéis -Lord Tarly se dio la vuelta y se marchó, pero Humfrey
aún pudo oír las últimas palabras del señor de Colina Cuervo.
- Y los traidores pagarán.
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